¡Jesús Crucificado!
Llego a tus plantas humildemente
y al mirar tu sagrada imagen,
mi pobre corazón se llena de consuelo
y recobra aliento
en medio de las íntimas amarguras de mi vida...
Jesús, tienes los pies clavados
para aguardarme siempre.
Los brazos extendidos,
para recibirme a la hora que llegue.
La cabeza inclinada para mirarme
y darme el beso de redención
sin hacer evocación de mi fragilidad.
El corazón abierto para derramar en el mío,
humano y lleno de inmensos sufrimientos,
las gracias que necesito.
Señor Jesús,
por tus inmensa angustias,
ten piedad de mí,
compadécete de mí
y concédeme las gracias
que confiado imploro de tu misericordia infinita:
(hacer la petición).
Rezar el Credo, Padrenuestro y Gloria.
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